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miércoles, 24 de febrero de 2021

Homenaje a Herbin Hoyos

 Hace 18 años el ELN secuestró a mi esposo. En medio de la angustia, incertidumbre y pánico que esa situación genera en toda la familia, encontramos en un programa radial la forma de llevar una voz de aliento al secuestrado; aliento que él reconoció luego de su liberación, que había sido como una luz en un escenario oscuro como la misma noche siniestra de la selva. Desde allí nació un sentimiento de gratitud por quien había hecho posible algo que parecía imposible: lograr comunicación del rehén y su familia.

Luego de superado ese infortunado y triste suceso, el nombre del periodista empezó a hacerse familiar y lo seguíamos en muchas oportunidades, sintiendo ese alborozo en el corazón que vivimos nosotros un día; esta vez por las familias que tenían esa misma oportunidad feliz.
Años después casualmente nos presentaron en Bogotá, lo cual me dio mucho gusto y la oportunidad de expresarle nuestra gratitud por su obra. Y volvimos a perderlo de vista, no así a sus noticias y logros de su hermosa labor humanitaria. Llegó, muchos años después, la oportunidad de apoyarlo aquí en Santander con otro proyecto, tan grande como su amor por la patria, en la promoción del llamado Referendo 2019. Trabajar a su lado fue una tan dura como bella experiencia que me enseñó lo que era el patriotismo, el desprendimiento, el amor generoso por sus coterráneos. Conocí ya de cerca a un ser humano extraordinario; si su estatura física no fue sobresaliente, sí lo fue su talla moral, su entrega a una labor de altísimo riesgo con el único interés de preservar la democracia para que la disfrutáramos todos los colombianos.
Lograr las firmas necesarias y los recursos para ello, no resultó una tarea fácil. Encontrar tanta indolencia en la gente fue un golpe que nunca logré asimilar. “Aquí no va a pasar nada”, “no firmo porque eso es de Uribe”, “sigan creyendo en el castrochavismo” “no porque igual en este país nunca pasa nada” “no me interesa la política” fueron frases que se repitieron con una frecuencia insospechada. Y en esos días de desesperanza, llegó la Navidad y Herbin decidió suspender la recolección de firmas para reiniciarla el año siguiente. Allí conocí otra faceta de este periodista irreemplazable: la perseverancia. No decaía su ánimo, no se sentía vencido, no concebía la idea de fracasar. Fue una gran lección para todo el equipo que cada día sentíamos mas pesada la tarea. La pandemia luego suspendió indefinidamente las actividades, pero meses después, el presidente Uribe se interesó por la propuesta de Herbin y se empezó a acariciar la idea de hacer un nuevo referendo, esta vez con mejor respaldo económico y publicitario. Lo único que lamentaría si esto se hace realidad, es que Herbin no hubiera podido disfrutar del éxito de su idea.
Los días de compartir su labor y la gratitud y afecto que nos inspiraba, consolidó una amistad que podíamos disfrutar cuando venía a la ciudad a alguno de sus trajines y se hospedaba en nuestro hogar. En las pocas horas de asueto que le quedaban, nos deleitaba con sus experiencias vividas en tan variados escenarios, países y continentes por los que transitó en algún momento de sus actividades como reportero de guerra. Mi esposo se admiraba hoy de una vida tan fructífera y valiosa en tan pocas décadas vividas. “Cuánto le rindió la vida” me decía repetidamente y qué hermosa huella dejó a su paso, pensaba yo. Y eso que no les he contado que además fue piloto, harlista, adiestraba culebras y nunca dijo un no a una solicitud de ayuda; el manejo de su tiempo es algo que lo engrandece más aún, si eso es posible.
Durante el confinamiento impuesto por las autoridades a causa de la pandemia, otro proyecto se cristalizó en la mente brillante y solidaria de Herbin. Descontento con la actuación de la Comisión de la verdad de la JEP y decidido a empoderar su proyecto de víctimas del conflicto, dio vida a su último propósito: creó lo que llamó la “Comisión Civil de la Verdad” para desmontar la impunidad de la que han gozado los terroristas a raíz del acuerdo de paz, dar a conocer al país la verdad de las mentiras que apoya la JEP y denunciar nacional e internacionalmente la realidad de las atrocidades de la guerrilla y la poca importancia que han merecido sus víctimas en este mal llamado proceso de paz.
Tantos años de contacto con los actores del conflicto y sus fechorías y tantos años de apoyo a las verdaderas mártires de tan inhumanas y sangrientas guerrillas resultaron en una fundación de apoyo a las mujeres reclutadas que llamó La Rosa Blanca y en un archivo envidiable de datos, documentos, videos, fotos y testimonios de las mayores infamias cometidas por quienes hoy posan de defensores de la paz y pretenden legislar a su acomodo.
Ese material tan cuidadosamente recopilado y confirmado, fue el eje de la labor para la Comisión Civil de la Verdad. Algunas denuncias ampliamente documentadas alcanzó a dejar ya radicadas en los diferentes entes jurídicos, respetando el protocolo y las estrictas normas de manera que aseguren un tránsito exitoso por todos los despachos de los verificadores de la información. Pero, además, el ejemplo de Herbin ha permeado la voluntad de todos los colaboradores de esta justa misión y hemos reafirmado el compromiso de llevar adelante el proyecto hasta completar y hacer realidad la victoria que su autor concibió. Será el mejor homenaje a la memoria de un grande.
No puedo despedir a un héroe, soñador, patriota, obstinado, valiente, compasivo y altruista ser humano sin agradecer a Dios por haberlo puesto en mi camino, justo para hacer realidad la comunicación tan deseada con mi esposo secuestrado y luego cuando se despertó en mí el deseo de advertir a los colombianos que no le permitieran a un grupo de personas que no han ocasionado sino daños al país y a las familias lograr, con su discurso sagaz y populista, la toma del poder para empañar el futuro de la nación. En esos dos momentos tengo que reconocer y agradecer el aporte valioso y desinteresado de Herbin a nuestras vidas.
Estoy segura de que el Creador le tenía reservado un puesto de honor en el paraíso, pero héroes como Herbin no nacen todos los días y tendremos que lamentar por siempre, haber perdido un faro que iluminaba el camino hacia el incierto porvenir de los colombianos.