Las irregularidades en las elecciones no pasaron
desapercibidas para muchos, pero las hubo y comienzan por la renuencia a
desligar al registrador de este proceso, luego de todos los fraudes que se
detectaron, se probaron y se denunciaron en las elecciones de marzo.
Con ese señor al frente de la registraduría, nos quedamos
tranquilos pensando que ya no iría a meter sus sucias manos en la preparación
del evento y él, que con algo de dignidad ha debido renunciar, quedó a sus
anchas para seguir respaldando a sus elegidos. El CNE tiene la misma actitud e injerencia en
las trampas de los comicios que las que mostramos los colombianos.
Aún no sabemos las inconsistencias que habría en el
software, pero se sabrán gracias a Colombia Transparente. En lo presencial, físico,
real, se conocieron varias anomalías como la diferenciación de los porcentajes
de jurados de los diferentes partidos políticos. Los testigos electorales
fueron puestos a dedo y hubo mesas con jurados y testigos seguidores de Petro:
en alguna tuvieron que sacar a un jurado, funcionario público además, con una
camiseta alegórica al PH, en otras empezaron los jurados a romper votos tan
pronto se cerraron las mesas; en un recinto hallaron a un señor con una carpeta
que llevaba votos diligenciados para el KKs, lo descubrieron, lo sacaron y la
policía se lo llevó. Hoy dice un medio de comunicación que lo que llevaba el
tipo eran calendarios. Claro, es factible que llevara una cantidad de
calendarios para vender en junio, que quienes lo denunciaron los hubieran
confundido con votos y que la policía lo detuvo para confiscarle los
calendarios. También es factible que nos siguen creyendo subnormales para
vendernos ese tipo de noticias. Y tal vez no somos subnormales pero lo que sí
somos es tranquilos, apáticos (46% de abstencionistas), condescendientes,
conformes, cómodos y nos evadimos de la realidad cuando ésta nos impacta de
alguna manera. Por eso hemos tenido unos gobiernos que fueron en contravía de
la voluntad de sus electores, gobiernos que se dedicaron a agotar las arcas
públicas que con esfuerzo cubrimos los trabajadores del país. Soportamos
impasibles un gobierno que desestimó, no solamente la voluntad de quienes lo
eligieron, sino un mandato irrefutable del pueblo que dijo NO en un plebiscito.
Hemos tolerado que ultrajen nuestras instituciones como han venido haciendo con
el ejército nacional, que sobornen jueces, magistrados, periodistas, medios de
comunicación, congresistas y cuanto personaje pueda colaborar con el entuerto.
Los episodios de visitas a las cárceles por parte de
familiares de congresistas del PH con dinero en efectivo escondido; la noticia
del militante de ese mismo partido que fue encontrado con millones de pesos en
efectivo camino a las elecciones y detenido por las autoridades;
No hubo mayor reacción cuando se conoció que los grupos invitados
como observadores internacionales incluían a miembros del Partido Comunista
Cubano, al CEDHUS, grupo ecuatoriano que apoyó a la juventud comunista en Chile
en las pasadas elecciones, separatistas españoles y unos cuantos más. Tampoco
reaccionamos cuando nombraron a María José Pizarro como presidenta del jurado
en una mesa de votación, ni cuando se conoció la visita del KKs a Madrid y su
reunión con Indra, que luego se ratificó como proveedora de servicios
electorales frente a nuestra impávida reacción. Nos pareció normal que la
procuraduría no interviniera frente a todos estos hechos y que el presidente ni
se pronunciara al respecto. También nos pareció casualidad que el señor Vega
había declarado insubsistentes a un alto número de registradores municipales
antes de comenzar las tramoyas electorales 2022.
Estamos frente a una última oportunidad de evitar que el
comunismo internacional se apodere del gobierno colombiano con un representante
que es parte del Foro de Sao Paulo, que militó en la subversión y a quien hoy
le dan sus votos presos, guerrillas, corruptos y es apoyado por los criminales de
lesa humanidad y sus compinches que tienen asiento en el Congreso sin que nos
impresione mucho.
Un país que no reacciona, que no protesta, que no se hace
oír fuera de las redes sociales, que no exige y lucha por sus derechos, se
merece lo que tenga que vivir.