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El reto de gratitud de 7 días

Este fue un reto de redes sociales, que consistía en dar gracias por tres razones durante 7 días. Dia 1 1. Doy gracias a Dios por mi vi...

lunes, 27 de marzo de 2017

Mis tesoros



Felipe y Santi

Juan David, Felipe y Santi

Mi hijo mayor, Juan David


Mi nuera favorita, Silvia

Juande y Silvia

Juanchito, Bibi, Elena

Elena y Bibi

Elena y Wiba




Elena, Oscar, Juancho

Tapias-Ariza family

Bautizo de Bibi

Papío, 100 años

Buenos Aires 2013

Con mis tres nietos. Buenos Aires 2013




domingo, 26 de marzo de 2017

La fiesta del Nobel de Paz

La fiesta en Oslo representa todo lo que quisimos evitar los colombianos en el plebiscito reciente.
Yo consentí la esperanza de que el presidente tuviera la dignidad para rechazar el premio, dadas las condiciones del país. Parece una broma decir al mundo que somos paz cuando no se ha terminado de pactar con uno sólo de los grupos y ya está el país en condiciones económicas deplorables, gravemente polarizado y con el 50% de los votantes burlado y sus propuestas desestimadas. El país no tiene rumbo, no tiene un líder; el legislativo y las cortes parecen trabajar solamente a favor de la agenda del ejecutivo que no difiere de la de las Farc.
Luego de gastar irresponsablemente en asegurar lo anterior y para conseguir un sí irresponsable en el plebiscito; luego de comprometer unos recursos que no existen para construir un país a la medida de la guerrilla, lo único que se le ocurre al eficiente equipo económico del gobierno es agobiar al país con más tributos en medio de una crisis económica y de un mercado en franca desaceleración. En medio de la presión por las calificadoras de riesgo y por el monto de la deuda externa que se ha duplicado en este mandato, el congreso aprobará la reforma tributaria, así como aprobó el “nuevo acuerdo” y le dará gusto al orgulloso Nobel de Paz, en detrimento de la democracia y la calidad de vida de todos los colombianos.
Retornará entonces el rey a su trono con la corona sobre su cabeza y sobre sus hombros el peso de un país descuadernado. Un país al cual ya no lo ilusionan los falsos oropeles porque es consciente del deterioro de las instituciones democráticas que cuidó durante siglos. Un país que no sabe lo que significa la paz en el lenguaje marxista que es la nueva jerga de quienes se aprestan a tomar posesión de él. Un país que será cada día más pobre en beneficio de un gobierno codicioso y calculador.
Las Farc habrán logrado lo que no pudieron alcanzar por la vía armada: curules gratis en el congreso, tierras, rentas, cobertura de salud y pensión, medios exclusivos a su servicio para expandir su doctrina y convencer incautos, un tribunal que les permitirá castigar a sus opositores y saciar venganzas latentes; cuentan con el respaldo total del presidente a pesar de que mantienen aún a los secuestrados y a los niños reclutados para la guerra y continúan con sus actividades ilícitas según informe reciente de la DEA. Se les ha creado una infraestructura política y operativa de apoyo, aún habiendo dicho en todos los tonos que su intención es llegar al poder para implantar el socialismo. Tonos que parecen imperceptibles para una gran parte de la ciudadanía que en pos de la paz prometida, caminan en la misma dirección de sus expectativas.                  Ahora nos quieren convencer de que el Nobel es "para el país, para las víctimas". Pero las víctimas visibles son Alan Jara y Piedad Córdoba, sumados a la fiesta noruega que huele a petróleo, a vanidad y al conejo más doloroso en la historia de Colombia.        Las verdaderas víctimas estamos aún a la espera de un milagro.