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El reto de gratitud de 7 días

Este fue un reto de redes sociales, que consistía en dar gracias por tres razones durante 7 días. Dia 1 1. Doy gracias a Dios por mi vi...

domingo, 26 de noviembre de 2017

Avanzamos Colombia!


 Avanzamos en la construcción de la paz de Santos, la paz que Colombia rechazó, la paz marxista que la Farc advirtió iban a conquistar para el país.
Avanzamos en la justicia especial, esa que hicieron a la medida de los criminales, la que Colombia rechazó también, la justicia que nos preguntamos si será justa para los opositores.
Avanzamos en la polarización del país, aquella que partió de “la paz y la guerra”, la que nos enfrenta en redes sociales todos... los días, la que descubrió la peor parte de los colombianos cuando somos retados.
Avanzamos en la corrupción del gobierno, aquella que no es exclusiva del actual pero que se ha incrementado en la necesidad de comprar conciencias, la que se descubre y se vuelve a tapar cuando su presa pertenece al clan de la mermelada, la que empobrece día a día a los colombianos.
Avanzamos en la descapitalización del país, la que tratan de cubrir sin éxito con reformas tributarias, la que tiene a Colombia endeudada en niveles nunca vistos antes, la que crece a diario con el despilfarro de los recursos que con esfuerzo aportamos los colombianos.
Avanzamos en la siembra, producción y comercialización de coca, la que daña juventudes, la que enriquece a los narcos, la que practica la Farc y en especial su “disidencia”, la que nos tiene al borde de la descertificación norteamericana.
Avanzamos hacia el despeñadero del país a través del desempleo, de los impuestos excesivos, de la inseguridad, del poder de los incapaces que gobiernan para rendir culto a sus billeteras y atesorar bienes ilegítimos que pertenecen a los colombianos.
Avanzamos hacia un futuro en el cual las fuerzas militares, rendidas desde ya, soportarán el estigma de haber sido los criminales y generadores de violencia, mientras las Farc lograrán el título de los Robin Hoods colombianos por defender a los menos favorecidos y reivindicar sus derechos. Y los hijos de nuestros hijos lo creerán, defenderán sus tesis y llevarán al poder a la izquierda si es que no lo logra con los esfuerzos de este gobierno de la paz.
Avanzamos, deduzco entonces, en la dirección que nos señalan desde Sao Paulo, La Habana y Venezuela.

lunes, 6 de noviembre de 2017

TIMOCHENKO A LA PRESIDENCIA!


 

 

No he podido precisar el sentimiento que me produjo la noticia: Un criminal, extorsionador, pedófilo, secuestrador y ordenador de masacres sale de su madriguera, se pasea por el país, no es juzgado ni absuelto por ningún estamento judicial (ni el mandado a hacer por ellos y para ellos) y de inmediato es candidato presidencial con el visto bueno de la presidencia de la república y la indiferencia de un país autista. Debemos ser el hazmerreír del mundo! o, por el contrario, nos considerarán dignos de lástima?

No entenderé que para lograr insertar a los delincuentes en la sociedad, ésta deba agacharse hasta el punto de perder el poco honor y la escasa dignidad que le pueda quedar. Y menos entenderé que por una paz que no se ha visto ni se verá mientras estemos rebosados de coca, tengamos que dar tanto a cambio de tan poco; las muestras de cinismo (cuáles delitos?) las exigencias (que no hay que repetir, la mayoría están en los acuerdos) el engaño (los niños? los secuestrados? las rutas del narcotráfico?) la burla descarada (traperos como patrimonio) que han mostrado al país, no le hacen honor a todo el esfuerzo que hemos hecho los colombianos para financiar sus excesos y permitir que tiendan a sus pies la democracia para que la pisoteen y la ensucien si no con sus botas, sí con sus conciencias que tienen al nivel del piso.

No pueden pretender las farc y el gobierno que el ruido de los fusiles, el llanto de viudas y huérfanos, el terror con el cual convivimos por muchos años y el dolor de tantos colombianos, se puedan perdonar y olvidar mientras seamos testigos de la insolencia, los engaños y la injusticia inmensa con el país que sobrevive con un salario mínimo muy inferior a las prebendas de los desmovilizados. Con el país que pretenden construir con trabajo honesto los empresarios y productores mientras son azotados con toda clase de gravámenes y perseguidos por los perros más hambrientos del estado. Con el país que labran los hacendados y campesinos para proveer las despensas y contribuir con la balanza comercial de la patria.

Una a una se han ido develando las verdades de las "mentiras del No". Verdades que estaban claras para quienes sentíamos el olor podrido de las intenciones de un presidente traidor y corrupto, al servicio de las dictaduras continentales. Verdades que intentan tapar con la falacia de la paz pero cada día la evidencia no permite que las cubran por completo.

Aún si este proceso hubiese sido justo, no alcanzaría a estar preparado el país para que el máximo líder de una organización narcotraficante y criminal tenga el camino expedito para llegar a la presidencia de la república menos de un año después de haber firmado, con falsa rúbrica, un documento de paz ilegítimo y rechazado por los colombianos. Una a una se han ido develando las verdades de las "mentiras del No". Verdades que estaban claras para quienes sentíamos el olor podrido de las intenciones de un presidente traidor y corrupto, al servicio de las dictaduras continentales. Verdades que intentan tapar con la falacia de la paz pero cada día la evidencia no permite que las cubran por completo.
Aún si este proceso hubiese sido justo, no alcanzaría a estar preparado el país para que el máximo líder de una organización narcotraficante y criminal, tenga el camino expedito para llegar a la presidencia de la república, menos de un año después de haber firmado con falsa rúbrica, un documento de paz ilegítimo y rechazado por los colombianos.Aún si este proceso hubiese sido justo, no alcanzaría a estar preparado el país para que el máximo líder de una organización narcotraficante y criminal, tenga el camino expedito para llegar a la presidencia de la república, menos de un año después de haber firmado con falsa rúbrica, un documento de paz ilegítimo y rechazado por los colombianosAún si este proceso hubiese sido justo, no alcanzaría a estar preparado el país para que el máximo líder de una organización narcotraficante y criminal, tenga el camino expedito para llegar a la presidencia de la república, menos de un año después de haber firmado con falsa rúbrica, un documento de paz ilegítimo y rechazado por los colombianos

martes, 3 de octubre de 2017

UN ETERNO OLOR A PATRIA



Cuarenta y siete años después, los teatros me siguen produciendo desasosiego. Es como si ingresara a un futuro desconocido; como si la obra fuese la reseña de una vida que voy  a tener que vivir sin elegirla y sin poder hacer nada para evitarlo. Es curioso, porque lo que siguió a la experiencia de aquel teatro no me trató mal para nada; pero siempre recuerdo el olor de aquel lugar, repleto de gente, donde la angustia se podía palpar con las manos y semejaba un velo siniestro que, aún frágil y transparente, era capaz de cubrir aquella multitud que esperaba ansiosa oír su nombre pronunciado a través de los altavoces. Como si aquello no significara que ya el exilio pasaba a convertirse de un temeroso sueño, en una terrible realidad.

A los ocho años la presencia de papá y mamá es un seguro contra todo riesgo. Estar con ellos y dejarse guiar por la vida es algo natural, que produce seguridad y que no admite cuestionamientos. Pero aquel recinto aún con papá y mamá presentes, tenía un olor y un sabor a miedo, cuyo recuerdo me acompañaría durante toda la vida.

Cuando finalmente, casi 24 horas después, mi apellido se escuchó por los altavoces de la embajada, salimos apresuradamente a recibir nuestro veredicto: si seríamos aceptados como asilados en los Estados Unidos. Un veredicto que esperábamos positivo y así se dio, luego de que el funcionario interrogara a mi padre, en un pésimo español, sobre sus motivos para querer abandonar el país de mis hogares. Porque ahora que lo menciono, concluyo que tenía yo allí muchos hogares: la casa propia, las de los abuelos, la de la finca, la de mi prima María Antonieta, la de mi madrina, la de mis tías abuelas, el colegio, el club…. Todos ellos eran mis hogares en algún momento de una vida que se deslizaba cómoda y despreocupadamente por todos los rincones de mi bella patria.

No entendí en aquel momento por qué, si el veredicto era el que querían papá y mamá, produjo tal estallido de llanto y por qué nos enlazamos en un abrazo angustioso, como si en lugar de irnos juntos los cuatro nos tuviésemos que separar para siempre.

Lo que siguió a ese momento sucedió muy rápido: nos trasladaron al aeropuerto, donde través de un vidrio vi la expresión desgarrada de mi abuela cuyo corazón, entiendo ahora en mi corazón de abuela, escapaba de Cuba con nosotros mientras su cuerpo permanecía sin opción y sin futuro en el país que nos robaban. Esos ojos azules y enormes de mi abuela con la desesperanza pintada en sus pupilas, fue lo único físico que recordé de ella hasta que la vida nos volvió a presentar, veintisiete años más tarde.

El teatro, la angustia, la multitud, el miedo, los ojos de mi abuela, aquel olor, el avión, el llanto; todo aquello pasó como pasan las cosas penosas en la vida: en segundos que son eternos aunque fugaces. Finalmente pisamos la tierra prometida y la angustia a lo desconocido se transformó en angustia real por la supervivencia, la conservación de la dignidad y el cubrimiento de las necesidades. Angustia que mi hermano y yo por supuesto, vivimos como espectadores. Lo único que podíamos ser, dadas las circunstancias, a nuestros escasos 7 y 8 años de vida.

El futuro no había comenzado todavía; esa tierra sería solamente nuestro hogar de paso, donde aprenderíamos a vivir en el exilio y tomaríamos las primeras enseñanzas de desprendimiento y manejo de los apegos; enseñanzas en idioma extranjero y en apresuradas y a veces duras y amargas lecciones de vida nueva. La niñez comenzaba a ahuyentarse por la realidad del destierro. Mamá ahora lloraba mucho y tenía que trabajar; mi padre se volvía por ratos una persona desconocida y triste; mi hermano y yo compartíamos una sola habitación y todos, un solo baño. Sentíamos a veces que no cabíamos bien en nuestro propio espacio que era un mudo testigo de los esfuerzos que hacíamos por adaptarnos a esta nueva manera de vivir.

El tiempo transcurría, generoso, apresurando la vida hacia el futuro. Tenía la misma prisa de nosotros por saber dónde terminaría nuestra búsqueda y dónde solventaríamos nuestras necesidades. Y como cómplices desconocidos aparecieron los responsables de nuestro nuevo exilio: colombianos y hospitalarios, nos ofrecieron su patria maravillosa para que mi padre hiciera suya esta tierra que un día, muchos años más tarde, le recibiría en lo más hondo de su amoroso seno.

Lo exótico del cambio nos mantuvo entretenidos y nos permitió a mi hermano y a mi sobrevivir no tan ilesos a la curiosidad que despertaba nuestro origen, nuestro acento y nuestra identidad menguada y desconocida. En muchas ocasiones, nocturnas las más, sentía ese olor a miedo que había aprendido un día, en un teatro lleno de una gente que solía ser mucho más semejante a mí.

No sería justo desconocer la riqueza que aportó a nuestras vidas la experiencia de  sobrevivir a varias migraciones. La bondad y generosidad de la gente se pone de manifiesto en una forma que no hubiera podido apreciar en mi propia patria. La diferencia limita pero abre la perspectiva a una forma más universal de amar y comprender. Convivir con el temor y la gratitud te hace vulnerable pero fortalece la voluntad y madura el sentimiento. Así fue transcurriendo nuestra vida en el exilio: cada vez más amable, menos anónima, más familiar. Así me hice parte de este país, conviviendo con mis miedos y la energía de su gente buena. 
 
Pero la memoria es inmortal y traicionera. Cuarenta y siete años después  compruebo, rendida a la evidencia, que no he podido espantar del todo aquel olor que reconozco donde lo veo. Porque es un olor con una identidad tan fuerte que tiene forma y peso, color y aroma. Es un olor que se presenta de pronto; cuando pierdo el rumbo, cuando no está claro mi norte, cuando la noche está oscura, cuando la lluvia no me permite caminar por mi camino. Es un olor que de tanto verlo, extraño cuando se aparta. Porque tiene sabor a Cuba y porque tuve que aprender, a fuerza de vivirlo, a compartir mi soledad con él.

 

Reflexiones Post-Plebiscito

3 de octubre de 2016

Reflexiones de post-plebiscito:
El recibimiento y protocolos rendidos a Raúl Castro en Cartagena me hicieron revivir conocidos sentimientos de no pertenencia que ya estaba cerca de superar. Yo entiendo y acepto la brecha generacional y las innovaciones que ella trae consigo. Soy consciente de los cambios que aporta la evolución natural y me considero bastante liberal en mis apreciaciones. Pero no sé dónde ubicar en mi escala de valores la experiencia de ver a asesinos, narcotraficantes, represores y terroristas recibiendo honores y rodeados de símbolos de paz y de esperanza en mi país. Tanto han cambiado las cosas? qué estamos mostrando a nuestra juventud? No niego que un reconocimiento de la insurgencia de haber equivocado el camino y una muestra de su voluntad para contribuir a la paz de Colombia, les hace merecedores de nuestra benevolencia, perdón y reconciliación. Pero tratarlos como los héroes de la jornada? Además de todos los privilegios concedidos debemos soportar la burla de un perdón "ofrecido" y una firma ilegal en el documento oficial de los acuerdos? Debemos brindar un show internacional de banderas y vestidos blancos mientras reprimen las protestas y espantan periodistas dos cuadras más allá? Mientras el país no sabe aún la suerte de los menores reclutados y los secuestrados aún en su poder? Mientras las cárceles retienen a oficiales colombianos con procesos de dudosa fabricación? Mientras deciden darnos a conocer el contenido del punto 3.3 de la página 69 de los acuerdos ya suscritos? Mientras vemos en el escenario de "la paz" unos actores que representan la zona más siniestra de la política? Mientras nos dejan sometidos a una Jurisdicción Especial para la Paz que no tiene ni Dios ni ley diferente a la de los de ellos mismos? Demasiados vacíos, me dice la razón al unísono con un deseo casi audible de mi corazón que dice que acepte.... que no luche... que ésta batalla se puede perder y por alguna razón inexplicable, la vida repite de nuevo aquello que tal vez no hemos querido aprender o que no hemos podido sanar y superar…. De tanto vivir aprendí por fin que ante lo inevitable no hay nada que hacer. Profunda frase al mejor estilo Maturana que si bien no logra que me entregue antes de la batalla final, sí me permite aceptar y asimilar con más facilidad, el resultado que se obtenga.
Un día dije adiós a mi patria con inmenso dolor; dolor de niña que perdía sus apegos, dolor de miedo por un mañana incierto y dolor de ver dolor en quienes amaba. Aquella lección fue la primera de muchas sobre los vínculos y la confianza y como todo aprendizaje que se vive desde el corazón, se convirtió en una norma de mi vida nueva. Hoy me acojo otra vez a la certeza de estar donde debo y a la esperanza de dirigirme hacia un mundo mejor. Nada me pertenece y a nada pertenezco pero me duele Colombia, hospitalaria y generosa; me duele imaginarla como el país que ya una vez abandoné; me duele su realidad injusta y desigual, su dirigencia corrupta, su talante soñador que nos permite creer en una paz general sin haber resanado las grietas que ha dejado la ambición de nuestros políticos y las necesidades de medio país; me duele tanto por hacer y tan poco que estoy haciendo; pero siento que mi destino sí se llama paz y solamente yo podría diseñarla para mí. Por eso hoy, con esperanza renovada, celebro el triunfo de la democracia en el país. Más que nunca se requiere del aporte que cada uno pueda traer desde su corazón; porque no se trata de buscar la paz sino de edificarla, de cimentar una Colombia con oportunidades para todos y un futuro para cada niño que nace. Una Colombia incluyente, respetuosa y educada. Una Colombia de la que podamos sentirnos orgullosos porque es ejemplo de democracia y de política social. Esa es la Colombia que merecemos los colombianos y ésta la oportunidad de construirla.
Nota: agradezco al presidente Santos la oportunidad de consultar al pueblo en el plebiscito y su reconocimiento del resultado, así como su voluntad de hoy para continuar buscando un mejor acuerdo con la guerrilla. Al presidente Uribe su lucha sin descanso por una causa que interpretó de la mayoría de los colombianos y que hoy se autenticó en la consulta popular. Al Procurador Ordoñez su persistencia en hacer notar las inconveniencias de los acuerdos y los riesgos que tomó en la defensa de sus convicciones. Al secretariado de las Farc su intención de aceptar el resultado del plebiscito y continuar en la búsqueda de la reinserción a la vida democrática. Y a Dios, su guiño al sentir de la mayoría del país.

domingo, 1 de octubre de 2017

"Eso no va a pasar aquí"


 Año 2020
En este mes que inicia hoy se cumplen 57 años de nuestra llegada a Colombia. Era un octubre de 1963 cuando aterrizamos en el aeropuerto de Medellín, dispuestos a iniciar una vida nueva por tercera vez.
El primer día del año 1959, llegó Fidel Castro a la Habana en una caravana de tanques de guerra y desfile de milicianos y simpatizantes de la revolución, que recuerdo haber visto con asombro desde algún balcón cercano a la vía dispuesta para la entrada triunfal del nuevo gobernante. Cómo intuir que estábamos dando la bienvenida al fin de la libertad y la soberanía de nuestra patria hermosa dejándola en manos de un tirano a quien solamente la muerte separaría del cargo que asumió horas después. Había en la muchedumbre alegría por las promesas de paz, prosperidad y justicia social así como grandes esperanzas de una vida mejor que la que dejaba la dictadura anterior. Y comenzó la historia.... una historia que mereció un capítulo aparte en la memoria de un país que había conocido la gloria, el progreso, la admiración y la abundancia.
Mi padre tenía una propiedad heredada en Santiago de Cuba, municipio de San Germán, a escasos kilómetros de la finca de Ángel Castro; tenía ganado y cultivos de caña los cuales supervisaba viajando desde La Habana, donde vivíamos, hacia Oriente como piloto de su propio avión. Nosotros pasábamos temporadas allí, algunas veces acompañados de mi abuela paterna que ya vivía en Miami hacía unos pocos años y disfrutábamos de la tranquilidad y la vida de campo de “La Canoa” como se llamaba la hacienda. En Cuba, canoa en lenguaje popular significaba provisión, de manera que decir que estaba buena la canoa, significaba que había abundancia en dinero o en especies en el hogar. Mientras estaba en La Habana, mi padre manejaba un pequeño supermercado que había comenzado a crecer atractivamente cuando se posesionó en la presidencia el hijo de Ángel Castro, nuestro amable vecino.

La vida normal se retomó el 2 de enero de ese año inolvidable y era habitual ver a Fidel en la calle, en la televisión y asistiendo a ceremonias religiosas como cualquier parroquiano de la ciudad. Iniciamos el año escolar una vez más; yo asistía a un colegio de religiosas, del cual recuerdo poco: el nombre y la monja más brava que conocí durante toda mi vida. Fui una estudiante buena, aplicada y tal como hoy día, de pocas pero invaluables amigas. Mis abuelos y tías maternas vivían para complacernos a mi hermano y a mi; el niño Dios llegaba cargado de regalos a las casas de todos ellos y nos pasábamos el día de Navidad y el de Reyes en una feliz jornada de recolección de sorpresas, abrazos y golosinas.


No duró mucho la aparente tranquilidad que se vivía; desde mis 8 años podía percibir una intranquilidad vespertina que era desconocida en mi familia. Se reunían mucho y estaban pendientes de las noticias en el radio y la televisión; hablaban en voz baja y de pronto se alegraban y se abrazaban entre ellos. Mucho después supe que habían comenzado las persecuciones a quienes hablaban mal del régimen o se atrevían a predecir el comunismo como política de estado, que Fidel negaba en cada oportunidad. El retraso en la llegada a casa de mi tío o de mi padre, provocaba una velada de oración por su seguridad y pronto arribo. Recuerdo especialmente el día en que con inocencia y admiración, llegué del colegio a contar a mis padres que unos señores vestidos de verde habían llegado a nuestra clase y nos pidieron que rezáramos a Dios para que nos trajera golosinas. Con alguna reserva hicimos como nos indicaron, recostando la cabeza sobre los brazos cruzados encima del pupitre, los ojos bien cerrados y oramos en voz alta ilusionadas con el milagro. Como era de esperarse, nada apareció; ante nuestro desconsuelo, nos hicieron repetir la oración pero esta vez pidiendo las golosinas a Fidel. Al abrir los ojos y alzar las cabezas, allí estaban los caramelos regados por el piso de todo el salón. La reacción airada de mi padre fue inesperada y protesté convencida de su actitud injusta ante mi entusiasmo con el nuevo proveedor de milagros.

Casi enseguida comenzaron las advertencias aterradoras: “No hables con nadie”, No comentes cosas que hablen tus padres o familiares”, “No puedes visitar amigas cuyos padres no sean amigos de los tuyos”. Así fue como mi vida se redujo a la casa, el colegio y visitas a las primas, tíos y a los abuelos. No recuerdo lo que les voy a contar, sino a través de muy posteriores relatos de mi abuela paterna, que ya vivía en USA. Mi padre empezó a sospechar que lo que venía para el país era un régimen socialista. Pocos amigos y ningún familiar estaban de acuerdo con ello. De manera que cuando decidió que abandonáramos la isla, a mediados del año 60, la familia de mi madre se ofendió y rechazó con insistencia y dolor su propósito de partir con los únicos nietos y sobrinos que para ese momento éramos el centro de la vida familiar. “No va a pasar nada, Fidel solo quiere reivindicar los derechos del campesino, del pobre y desamparado” le repetían con frecuencia. Algunas voces en el gobierno se alzaban en contra de los propósitos castristas, sin lograr acogida en la gente ilusionada con los vientos nuevos de paz. Nada hizo desistir a mi papá; así que un día cualquiera, portando en dos maletas medianas lo mejor de nuestras pertenencias, nos presentamos a la embajada americana con la intención de lograr asilo y salir de Cuba de inmediato.

He contado en otros escritos lo que sucedió después de esa ruptura. Luego de una noche en la embajada, fuimos conducidos al aeropuerto de Rancho Boyeros y a un avión de PanAmerican Airways que nos alejaría para siempre de nuestra patria, nuestra familia y nuestras costumbres. Mis abuelos quedaron deshechos, mis tíos desconsolados; partieron mis padres con el corazón devastado y los sentimientos frágiles pero con la certeza de haber hecho lo correcto. Mi hermano y yo vivimos el episodio con la emoción de una aventura extraña, pero con inmensa angustia por la tristeza de ese momento trascendental. Hoy, tal como en muchas otras fechas y aniversarios, doy gracias a Dios por la visión de mi padre y admiro su coraje al asumir la compleja decisión de abandonar su patria. Decisión que probó muchas veces ser acertada, oportuna y feliz.

martes, 26 de septiembre de 2017

A petición de Maria Lucía, para Emaús


Mi querida Mary:

Hace unos meses vivimos la terrible probabilidad de no tenerte más con nosotros. A medida que pasaba el tiempo y tu estado fluctuaba entre una leve mejoría y una nueva crisis más aguda que la anterior, los recuerdos de cosas vividas y los sentimientos que se expresaban en temor y angustia, me revelaron que juntos: recuerdos y sentimientos, formaban una imagen familiar, querida, confiable, que se asomaba siempre en mis momentos de alegría, de felicidad, de dolor, de aflicción y de necesidad. Esa imagen eras tú, siempre presente hasta en la ausencia física de la distancia.

Parada junto a tu cama tratando de rehacerte en oración, recordaba cuando te conocí hace ya más de 40 años mientras luchaba con el temor de perderte para siempre; me recreaba en recuerdos remotos como la simpática disputa por un bocado de puré de papas con jamón y arvejas entre Juan David, entonces de dos años a lo sumo, y su tía recién llegada de Europa, a quien pedía con enojo: “Tía vete opa” como recurso para no tener que compartir su comida contigo. Eras muy bonita, moderna, alegre y tenías actitudes infantiles que complementaban perfectamente tu parte sofisticada, madura y con amplia y universal cultura y conocimiento.

El siguiente recuerdo que me vino a la mente fue el trapo aquel... que solamente en ti lucía porque tenías una manera muy tuya y muy especial de manejarlo. Las orejas.... ingenuo fetiche que hacía parte de tu muy particular manera de vivir y de relacionarte. Tu amor inmenso por los animales, cualquiera que fuera excluyendo al sapo y que revelaba la sensibilidad de tu alma buena. Preguntona... con una habilidad enorme para  desenterrar de la boca las palabras y del corazón las emociones. Recordé las aventuras cuando aprendías a manejar y terminamos encaramadas en un montón de tierra sin poder bajarnos de allí. Cómo olvidar las conversaciones interminables, donde encontrábamos coincidencias y armonías en las formas de ver la vida y de interpretar sus maniobras. Y así pasaste de ser una cuñada recién conocida, a la hermana que llenó ese vacío fraternal desconocido hasta entonces para mí.
El tiempo siguió pasando y arrastrándonos a sus moldes preconcebidos de sensatez y compostura. Llegaron más responsabilidades y no faltaron las penas y los dolores. Penas y dolores que compartimos también, así fuese para aliviar el alma y descargar las emociones.
Todo eso pasó por mi mente en segundos, mientras intentaba acomodar tu imagen quebrantada en esa cama de hospital, a la Mary real, vital y verdadera con la que siempre identifiqué mi afecto y a quien necesitaba de nuevo en mi futuro.
En esta experiencia que vas a vivir, tendrás la ocasión de agradecer a un Dios que sentirás más cercano que nunca, por esta oportunidad de volver a la vida. De volver a la vida en perfecta salud física y mental y una renovada certeza de tu valor inmenso para toda la familia. En esa comunión de amor con tu Creador, no olvides decirle que nuestra deuda es inmensa por su infinita misericordia y que entre todos la asumimos con gratitud y compromiso por hacer de éste, un mundo mejor.
Por si no lo has adivinado todavía, todo esto era para decirte que te quiero mucho y desearte una experiencia maravillosa en la vivencia de Emaús.

Silvia

 

                                                                                                                     Bucaramanga, septiembre 5 de 2017

La Paz, aunque duela!


LA PAZ, AUNQUE DUELA!

Los psicólogos dicen que para convencer debemos, entre otras cosas: buscar o crear una necesidad, darle un sentido de urgencia, ofrecer una solución y persistir en el tema. Esto me lleva a pensar en la tan popular y desgastada palabra "paz". Nos han creado la necesidad de una paz que no difiere mucho de lo que hemos vivido desde hace 50 años y que se sintió bastante cerca en el gobierno del presidente Uribe, aunque la memoria les falle a algunos. Enseguida, nos crearon el sentido de urgencia porque si no aceptábamos los acuerdos, íbamos a tener guerra urbana y la guerra era más cara que la "paz". Adicionalmente nos han ofrecido la solución que son los nefastos acuerdos de La Habana, pero como ya teníamos instalada la necesidad emocional de acabar la guerra y vivir en paz, nos hicimos un poco los sordos y ciegos con tal de que fuera resuelta esa necesidad creada. Y de persistencia.... ni hablar! cuando decía que la palabra paz era popular era en su máximo sentido: la tenemos presente al desayuno, almuerzo y cena pero además antes de dormir, mientras manejamos, en las redes sociales, en conversaciones de amigos y contradictores, en vallas, publicidad televisada con actores importantes y en otras formas más.
Ya tenemos entonces completa la faena: una parte del país está convencido de que estamos en guerra y la paz es el premio contenido en los acuerdos de La Habana. No se puede negar que quienes han diseñado todo este proceso, saben lo que están haciendo; saben que manejando las emociones de los colombianos, tan a flor de piel, se lograrán hacer con sus voluntades. Muy exitosa aunque peligrosísima fórmula que ha tenido resultados en anteriores procesos similares conocidos y de los cuales no sabemos bien lo cerca que estamos.
Me llevó a este análisis, la curiosidad que me despierta el hecho de que personas con altos niveles culturales, académicos y/o sociales, sigan creyendo en esta paz ficticia. Que hayan aceptado como positivas unas aberraciones como la JEP, el aumento de cultivos de coca (y el consecuente narcotráfico y la guerra que se deriva de esta actividad), la negativa de liberar los niños reclutados y de entregar la totalidad de las armas; la conservación de los inmensos capitales ilegítimos de la Farc y la imposición de más tributos a un país empobrecido, con una economía que languidece, con el fin de mantener unos angelitos que gastan en dólares en las fiestas de pueblo. Me cuesta trabajo entender que personas como Martín Sombra estén en libertad mientras que tantos servidores de la patria siguen en la cárcel; que haya más de 800 guerrilleros excarcelados y no lleguen a diez los soldados que han podido recuperar su libertad. Que el ejecutivo gobierne por decreto, que sea posible la expropiación de tierras, que el gobierno permita los foros de los líderes guerrilleros aún sin desarmar, en las universidades; que confíen un arma en las manos de un desmovilizado para ser escolta. Podría seguir la lista de concesiones inverosímiles a quienes no han mostrado ni el más mínimo arrepentimiento y por el contrario, amenazan con volver al monte y mantienen vigente su propósito de implantar el comunismo en el país. Y de todo lo anterior, lo que más me sorprende es la conformidad de quienes se han permitido vivir, conscientemente, las técnicas para convencer a alguien de este propósito maquiavélico.

 

Argumentos por el NO al plebiscito

Reiteradamente he expuesto mis argumentos por el NO. Pero he dicho también que estoy abierta a escuchar RAZONES, no sueños, no esperanzas, no ilusiones por el SÍ y me comprometo a considerarlas. Mientras llegan, resumo por última vez mi posición y mis por qués sobre los acuerdos: 
1. Durante muchos años hemos sido engañados por JMS. Cada afirmación suya hay que ponerla en duda. O la desmiente la Farc o la desmiente la realidad. Hay hasta un vídeo de ellas pero para hablar con hechos y datos: "No va a haber curules a dedo"  "No subiré los impuestos" "El país refrendará los acuerdos"..... Yo no sé los demás pero YO no confío en mentirosos ni en traidores.
2. Yo digo NO al comunismo. Las FARC tienen claro su norte. Desde siempre han buscado el poder y la implantación del "socialismo" (mismo sistema que sufre Cuba y que le llaman socialismo por disimular y poder vender la idea al totalitarismo comunista y salvaje). Lo han dicho y repetido hasta el cansancio. Hay vídeos, entrevistas por la tele, etc. NO queremos oír, pero ellos son consistentes en sus propósitos. Nada más ver a quienes son los principales promotores, garantes, acompañantes, exponentes e ideólogos y ya huele a izquierda recalcitrante.
3. Como consecuencia de lo anterior, NO estoy de acuerdo con facilitarles espacios políticos por tan largo periodo a quienes hayan cometido delitos atroces y sin que sean elegidos popularmente. Ese periodo regalado será suficiente para consolidar su tarea revolucionaria con una plataforma de comunicaciones compuesta por 31 emisoras y un canal de TV, mas los millones de pesos que blanquerán para poder comprar votos y conciencias. Lamentablemente en este país sí que hay vendedores de ese par de "bienes" así que el propósito será logrado con facilidad.
4. NO estoy de acuerdo con que nosotros asumamos el 100% del costo financiero de la reinserción, de la actividad proselitista, de la reparación de las víctimas y de su actividad como partido político mientras ellos conservan intacta su fortuna hecha sobre un inmenso costo social para el país.
5. Me produce mucha desconfianza que luego de tener 47 mil hectáreas de coca al final del mandato del presidente Uribe, hoy haya 200.000 mientras los negociadores (o aceptadores) se bañaban en las playas cubanas. Yo me hago preguntas sobre eso: fue una exigencia (más) de las FARC? Con qué objeto? Si no fue así, cómo es que él gobierno se hace el de la vista gorda? Duraron 6 años quintuplicando él área sembrada para que ahora acuerden con las FARC la erradicación manual y sustitución de cultivos? No me crean tan....
6. NO estoy de acuerdo con entregarles 10 millones de hectáreas cuya procedencia según lo pactado tiene unos vacíos que permitirán las expropiaciones de acuerdo a criterios que no son claros.
7. NO estoy de acuerdo con la inclusión del enfoque de género en los acuerdos de La Habana. Esto es un arma de doble filo que halaga a unos y destruye los valores básicos de una sociedad.
8. NO estoy de acuerdo con un tribunal que tendrá funciones de jueces pero por encima de ellos, porque podrán abrir "cosas juzgadas", cambiar fallos, aumentar o condonar condenas pero que además no quedó estipulado que se deben ceñir al código penal colombiano. Yo veo no huecos: abismos de peligro en esto. Obviamente los reos condenados no serán de las FARC; serán paramilitares y población civil y saciarán la sed de venganza que tienen frustrada basados en leyes que hoy, no conocemos. Este es uno de los puntos más peligrosos del acuerdo y legitimará el que oficiales de las fuerzas militares en cumplimiento de su deber, sean juzgados y condenados por un acto de defensa del país mientras los atacantes son elevados al rango de embajadores de buena voluntad que merecen perdón y reparación.
8. NO estoy de acuerdo con que tantas concesiones y sapos entren a formar parte de la constitución política colombiana que no se pueda modificar después. Por qué debemos permitir que quienes han sido nuestros verdugos sean quienes reformen nuestra carta magna? Y con tamaños esperpentos?
9. NO estoy de acuerdo con que sean los victimarios los favorecidos en todos lo puntos del acuerdo. Ellos no entregan sus recursos mal habidos, no entregan las armas, no abandonan sus actividades ilícitas, no reparan a sus víctimas, no pagan por sus delitos, etc etc. Los colombianos no-guerrilleros podemos ser sometidos al tribunal especial si se nos considera que hemos co-honestado con el paramilitarismo; debemos ceder 10 millones de hectáreas para las Farc, pagarles sueldo, salud y pensión, financiar su reinserción y el cuidado de sus filas, cederles curules durante 8 años sin que se las tengan que ganar como todos los demás, soportar aún más altos impuestos y un peligroso endeudamiento externo del país para satisfacer las peticiones negociadas. Quienes están cediendo más? O es que los "malos" éramos nosotros?

10. NO estoy de acuerdo con la persecución política que ha sufrido el Uribismo y altos mandos militares porque esto es una forma de debilitar la oposición y es un método copiado del Castrismo. Me parecen inaudito casos como los del General Plazas Vega, Luis Alfredo Ramos, Andrés Felipe Arias, Luis Carlos Restrepo y muchos otros a quienes los medios han juzgado y condenado logrando destruir su honra y su futuro partiendo de falsos testigos, expedientes alterados y en general de métodos similares a los que se emplean para generar opinión sobre quienes no están de acuerdo con el gobierno. De tanto repetir, la gente lo termina por creer, condenar y propagar.

11. NO estoy de acuerdo con el mensaje que se está dando cual es: delinquir paga, el fin justifica los medios. Esto puede generar más violencia buscando los mismos beneficios o por el contrario, motivar a grupos insurgentes tradicionalmente perseguidos por las Farc en busca de venganza y revanchismo.

12. NO veo la paz por ningún lado en estos acuerdos. La impunidad, el sobrecosto, la corrupción, los intereses internacionales, la injusticia, los demás grupos insurgentes del país, la inequidad y la calidad de los veedores y garantes, presagian vientos huracanados y no suaves brisas de paz.

Dejo claro que SÍ quiero la paz y NO la guerra (por hacer eco a la frase que nos han vendido, ya que ni el Sí va a traer la paz ni el No la guerra) ;

Dejo claro que mi voto no es por Uribe ni contra Santos

Dejo claro que estoy de acuerdo con que el deseo de reinserción a la vida civil de un grupo armado merece que cedamos de parte y parte

Dejo claro que me leí las 297 páginas de las cuales no entendí 200 pero me di a la tarea de investigarlas y aclararlas

Dejo claro que ya viví un proceso "de paz" similar en carne propia y otro en la vecindad, por lo cual los conozco a leguas

Dejo claro que mi percepción del proceso que está viviendo Colombia no es de hace 6 meses sino de por lo menos 6 años en los cuales he visto los avances de la izquierda por debajo de la mesa en el país

Dejo claro que acepto que paguen sueldos a los guerrilleros de base, que les proporcionen los medios para una reinserción digna a la vida civil y que les permitan la consolidación de sus aspiraciones políticas en un escenario de equidad y respeto con otros actores no violentos. No entenderé cómo pagaremos casi $1.000.000 a un guerrillero y $94.000 a un soldado de la patria.

Dejo claro que no quiero para las Farc 40 años de cárcel ni castigos acordes a sus delitos pero tampoco impunidad absoluta y el mensaje de "el fin justifica los medios"

Dejo claro que no considero que esto sea un tema ni de guerra ni de paz, tampoco de vencedores ni vencidos. No creo que sea un asunto de perdonar y olvidar; mucho menos de confiar y desear un futuro mejor.

Estamos a pocas horas de un "no hay vuelta atrás". Que Dios nos ilumine a los votantes y sobre todo, que nos dejemos iluminar.

sábado, 26 de agosto de 2017

Lo que aprendí de pequeña


Cuando yo era pequeña, pocas cosas me molestaban más que la razón que esgrimía mi madre para negarme un permiso: "tu padre dice que no". No había porqué que valiera; cualquier pregunta o insubordinación era considerada una falta de respeto y ello merecía más rebeldía de mi parte y más restricciones paternas. Desde entonces, y han pasado unos cuantos años, me indigna que se tomen decisiones que no puedan sustentarse o que no exhiban argumentos para sostener una posición personal. No me inspira respeto una postura edificada sobre una quimera o sobre juicios ajenos, que parecen obedecer a la prática de ir donde va Vicente. Eso me ha pasado desde hace 4 años con quienes están a favor de la paz de Santos o dicho de otra forma: de los acuerdos de La Habana. He pedido un par de veces en este muro que me convenzan, que me den fundamentos, razones o análisis que me hagan reflexionar sobre la conveniencia de apostarle a esta paz. Los posts quedan sin una sola respuesta. Ni una sola! Ah pero cualquier mención al presidente Uribe sí merece una ráfaga de disparos de agravios sazonados muchas veces con palabras de muy baja reputación.
Todo ello me lleva a lo aprendido en mi niñez: no respeto posiciones que no se puedan sustentar.
Deduzco entonces, si no hay argumentos a favor y por las razones que algunos manifiestan apoyar los acuerdos, que están construidas sobre esperanzas, anhelos, ambiciones o peor aún, sobre impulsos de venganza contra quien ha sido su principal opositor. Es común oír que es mejor la paz que la guerra. A ver: cuál guerra? cuál paz? la que nos ha prometido quien ha sido el mayor mitómano de la historia en los gobiernos de este país? Aún les merece una pizca de credibilidad? Todavía no se han dado cuenta de que todo este andamiaje que nos han querido vender está construido para convencer? para dominar voluntades? para hacernos pensar con el deseo?
Un personaje que dice que la economía va bien cuando las cifras lo desmienten; que afirma que ya no existen las Farc cuando sus jefes han prometido que si el próximo presidente es Uribista irán al combate de nuevo; un mandatario que calla ante el sufrimiento y los atropellos que padece el pueblo hermano de Venezuela porque parece deberle algo al malhechor; un líder que designa a su hermano de izquierda declarada y elige un escenario socialista totalitario para sus conversaciones con la insurgencia marxista; una persona que acudió a la indignidad con tal de ganar la segunda vuelta de su reelección; alguien que ha perseguido a servidores de la patria para acallar la oposición como el intento de asesinato a F. Londoño, la cárcel para L.A.Ramos, el General Mejía y tantos otros que han terminado o terminarán por salir libres de culpa dejando ver una vez más las razones de su silenciamiento. Un presidente a quien el humo ya no le alcanza para las cortinas que ha debido levantar en casos como Odebrecht, el Andino, los aviones militares derribados, los doce millones de dólares de su primera campaña, la posición asumida frente a las evidencias de corrupción de sus impolutas funcionarias así como del gerente de su campaña presidencial, untado hasta la frente en actos de corrupción. Un gobernante que ha volteado a su favor a la prensa y la televisión, al fiscal, a la mayoría del congreso, a la justicia y a las altas cortes. Un presidente, en fin, que ha merecido con creces su reputación de mentiroso y la nariz pinochezca con la cual lo retratan los caricaturistas que aún se atreven a exponer su posición política en este país ya no del Sagrado Corazón sino de los Santos... pero de segundo apellido Calderón. A esta persona le podemos consignar nuestras aspiraciones y deseos por un mejor país? Estamos conscientes de cuánto estamos arriesgando?

Colombia es una fiesta!

Colombia definitivamente es una fiesta. El colombiano es un ser excepcional: humilde, tolerante, tranquilo, confiado, inmutable. Felicitaciones! así debe ser y sobre todo para qué preocuparnos por la patria? finalmente los hijos son prestados y más adelante se irán por el mundo y harán nido en algún otro país. Los bienes son temporales, no podemos llevarlos a la tumba, entonces para qué cuidar lo que hemos conseguido si algún día lo vamos a perder? Mejor la indolencia, la sumisión.. así no sufrimos tanto pues hay que conservar el buen humor para la navidad que ya llega, el carnaval de negros y blancos o el de Barranquilla. Ah y el partido de Colombia. Eso sí es saber vivir! Qué importa que la economía esté en franca caída, que las víctimas del conflicto sean compensadas con un exprimidor, que la justicia le haga apología al delito, que nuestros victimarios se paseen por las universidades revistiendo de gala sus fechorías, que se burlen de todo un país; qué importa eso! para cuidarnos está la policía y para manejar el país el presidente y su séquito. Allá ellos! Además ya está muy repetitivo el tema de los acuerdos, de la paz, de la implantación de un gobierno marxista, de los bienes de la guerrilla y en realidad qué importa todo eso? mientras tengamos trabajo, techo, comida y diversión qué mas queremos? Eso de la política dejémoslo a los políticos, para eso se les paga... o... no se les paga? se pagan ellos mismos con nuestros recursos? bueno, a la final es lo mismo, de algo tienen que vivir y además se ocupan de esas cosas aburridoras que a la mayoría no nos interesan. Ahora con el cuento de las elecciones pretenden que un domingo, oigan bien: un domingo de descanso justo y necesario salgamos a votar. Para qué si finalmente ganan los mismos de siempre que deben estarlo haciendo bien porque nunca se renuevan. Además los domingos hay partidos, hay que distraer a la familia, sacar la novia al cine, los nietos al parque... eso que voten los que saben de eso, igual a uno no le afecta.
Si ven cómo es que se vive bien? hay que adaptarse a todo, como los colombianos! por eso somos uno de los países más felices, todo lo demás que espere. Tiempo es lo que hay y confianza en que todo va a estar bien, o mejor. Eso prometió el presidente. Y es más cómodo creer, confiar, esperar, delegar; amanecerá y veremos....

Mis "Bodas de Amatista"


 

Sin entender a qué hora transcurrió tanto tiempo y vivimos tantos acontecimientos, hoy 8 de Agosto celebramos 47 años de haber dicho el sí definitivo ante un sacerdote y ante un notario, como era mandatorio en esa época. Un “Sí, para toda la vida” que no mereció mucha credibilidad ante quienes consideraban prematura e irresponsable nuestra decisión. Con un semestre universitario como único patrimonio académico, emprendí el camino nuevo de aprender a ser esposa, nuera, cuñada y casi enseguida, mamá. Aprendizaje que no lo facilitó la convivencia con mi familia política, que acababa de conocer y la llegada a una sociedad cerrada y conservadora, nueva para mí.

Con la responsabilidad que le debía a mi propia y obstinada decisión de contraer matrimonio a mis 18 años, emprendí la tarea que se veía recompensada por una inexplorada y excitante sensación de libertad que no había vivido y el amor, apoyo y compañía que me brindó mi recién estrenado y muy adorado esposo.

Cuánto aprendí y cuán gratas eran las lecciones de vida que recién comenzaba a apreciar. De pocas amigas, como he sido siempre, congenié y compartí con contadas personas con quienes perdí contacto una vez nos trasladamos de ciudad, dos años después del día de aquel irresponsable sí. Solamente un afecto que surgió por la afinidad y la comprensión se mantuvo y creció con los años hasta el punto de ser ella la hermana que no tuve y una cuñada excepcional, de quien he recibido solamente afecto, bondad, soporte y acompañamiento.

Pasaron los años rápidamente; de Santa Marta nos trasladamos a Valledupar, donde viví tal vez los mejores años de mi vida nómada. La finca estaba cerca y podíamos compartir mucho más tiempo mi esposo y yo y los dos hijos que llegaron por esos tiempos. La vida en Valledupar era tranquila; no era fácil decidir si  los días calurosos eran efecto del sentir vallenato, de la energía de su música bonita o del calor humano y la hospitalidad proverbial de la región. 

Sin querer, resulté viviendo en Barranquilla donde nació nuestro tercer hijo, conocí la soledad  y tuve la oportunidad de comenzar y terminar una carrera universitaria. La consecuente sobre-actividad de ser esposa, madre, muchas veces padre, ama de casa y estudiante hizo que los años transcurrieran rápidamente y de nuevo nos sometimos a un traslado que aprecié y agradecí mucho a mi esposo, pues se trataba de estar cerca de mis padres y hermano que tenían verdadera devoción por sus únicos nietos y sobrinos y eran mi única familia de sangre en el país.

Bucaramanga fue por fin mi último asentamiento (eso espero sinceramente) y en ella encontré una patria chica que pudo suplir en mucho a la mía propia y dar por terminada la búsqueda de estabilidad. Aquí llegó al hogar nuestro cuarto hijo y meses después vivimos el más doloroso episodio que pueda un padre imaginar: la absurda pérdida de una hija muy deseada y disfrutada en cada uno de sus 9 años de vida.

El amor y el gozo no permiten tanto crecimiento ni tanta madurez como el dolor y la incertidumbre. Nos llegó la hora de un nuevo aprendizaje, que para mí era refrendar, aunque en un grado superlativo, el vivido durante la pérdida de mi primer hogar familiar y territorial.

Durante todo este recorrido, fuimos una pareja que sin compartir muchas afinidades y permaneciendo mucho tiempo alejados físicamente por la atención que requería el negocio familiar, crecimos y maduramos juntos y eso hizo fácil la convivencia y amable el tiempo compartido. El reencuentro no era momento para distribuir responsabilidades ni repasar rutinas o sentimientos negativos. Sufrimos y disfrutamos juntos de la experiencia de ser padres y abuelos; de mis distintos roles como madre, hija y esposa dedicada y más tarde como trabajadora y empresaria llena de requisitos y nuevos compromisos. Mi esposo ha permanecido a mi lado, permitiéndome ser y crecer a mi capricho y seguramente haciendo ajustes de adaptación a cada nuevo rol y lo que ello conlleva en novedad y evoluciones. El camino ha sido largo y muchas veces difícil e incierto; lo hemos vivido en paralelo si se trataba de permitirnos ser y desarrollarnos y en estrecha unión cuando se ha tratado de apoyarnos, luchar y enfrentar tantas responsabilidades, alegrías, angustias y sufrimiento.

El balance que hoy he querido elaborar para conmemorar 47 años de vida en común, ha sido positivo; nunca me arrepentí lo suficiente de aquel sí irresponsable. Nunca fue tanta la decepción como para separarme del destino elegido y aunque hubo buenos, regulares y malos momentos, la decisión tomada una vez la refrendaría si fuera necesario. Y me gustaría volver a empezar.... me encantaría revivir lo vivido y sólo cambiaría mi proceder y mi manejo en algunas circunstancias que me sorprendieron sin haber crecido lo suficiente.

A Dios agradezco la misión encomendada y el soporte amoroso para vivirla y completarla. A mi esposo su amor sin condiciones, su comprensión y compañía. A mis hijos su aporte inmensurable a la consolidación y  disfrute familiar. A mis nietos su carga de juventud y alegría refrescantes luego del largo trayecto recorrido. Es gratificante sentirse en el lugar adecuado y con las personas adecuadas. Celebro entonces hoy estas bodas de amatista con gratitud en el alma y mucho amor en el corazón.

sábado, 3 de junio de 2017

Despedida del 2016

 No veía la hora de despedir al 2016. Fue un año difícil, cuyos acontecimientos políticos comprometieron mis sentimientos y despertaron mis más remotos temores. En el ámbito laboral viví también un periodo de retos importantes y trascendentales decisiones. Retos y decisiones que afectarían a doscientas familias de cuya estabilidad me sentí en parte responsable y en mucho comprometida.
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>> Este año bisiesto hizo honor a la fama que lo equipara con un año desafortunado. Un año que no respondió a nuestras expectativas, no obstante comenzó con los mismos augurios que diseñamos a la medida y los mismos buenos deseos de los amigos buenos.  Qué falló entonces? Qué hará que este 2017 se comporte como esperamos que lo haga?
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>> Creo firmemente en que el futuro es el resultado de nuestras acciones. Y hasta de nuestros pensamientos. Nos pasamos la vida haciendo cosas que van a determinar lo que pasará en algún momento, aunque no siempre somos conscientes de ello. Somos como arquitectos que diseñan ladrillo a ladrillo sin un proyecto que los guíe hacia la obra final. Y cuando la obra final es un hecho cierto, desearían haber cambiado alguna de sus estructuras, de sus formas o sus colores. Pero nada puede hacer que esa obra vuelva atrás y resideñe sus espacios. Lo que corresponde a nosotros como arquitectos de nuestro destino es tomar esa obra adelantada, asumir su diseño como parte que es de todo nuestro pasado y acomodar a ella nuestras expectativas a la vez que tomamos el control de las siguientes ejecuciones.
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>> A esa posición proactiva se suma la experiencia adquirida en años como este que quiero cerrar hoy. Y lo quiero cerrar hoy sintiendo gratitud porque cada uno de los momentos que viví, de los retos que asumí, de los eventos que sufrí y de aquellos que gocé; cada lágrima que lloré y cada error que cometí, tuvieron el propósito de apoyarme en la estructura que hoy comienzo a edificar.  Nada puedo cambiar sino mi actitud y nada gano con lamentar lo que ya pasó. Sobre todo ello hay cosas por hacer y lo más valioso: hay cosas que aprender para continuar haciendo el camino que queremos transitar. Es corto ya el que nos queda por la larga travesía recorrida; lo que debe significar que es inmenso el aporte que podemos hacer para que el tramo final se trace con las flores que hemos recogido y los momentos que hemos aprendido a valorar.                       A todos mis familiares, amigos y contactos de Facebook deseo que la construcción que emprendan en este 2017 sea sólida y amable y les sirva de columna para un porvenir pleno de hermosas consecuencias. Que digamos todos: gracias 2016 y bienvenido el año que ya hemos diseñado para ser felices.

lunes, 27 de marzo de 2017

Mis tesoros



Felipe y Santi

Juan David, Felipe y Santi

Mi hijo mayor, Juan David


Mi nuera favorita, Silvia

Juande y Silvia

Juanchito, Bibi, Elena

Elena y Bibi

Elena y Wiba




Elena, Oscar, Juancho

Tapias-Ariza family

Bautizo de Bibi

Papío, 100 años

Buenos Aires 2013

Con mis tres nietos. Buenos Aires 2013




domingo, 26 de marzo de 2017

La fiesta del Nobel de Paz

La fiesta en Oslo representa todo lo que quisimos evitar los colombianos en el plebiscito reciente.
Yo consentí la esperanza de que el presidente tuviera la dignidad para rechazar el premio, dadas las condiciones del país. Parece una broma decir al mundo que somos paz cuando no se ha terminado de pactar con uno sólo de los grupos y ya está el país en condiciones económicas deplorables, gravemente polarizado y con el 50% de los votantes burlado y sus propuestas desestimadas. El país no tiene rumbo, no tiene un líder; el legislativo y las cortes parecen trabajar solamente a favor de la agenda del ejecutivo que no difiere de la de las Farc.
Luego de gastar irresponsablemente en asegurar lo anterior y para conseguir un sí irresponsable en el plebiscito; luego de comprometer unos recursos que no existen para construir un país a la medida de la guerrilla, lo único que se le ocurre al eficiente equipo económico del gobierno es agobiar al país con más tributos en medio de una crisis económica y de un mercado en franca desaceleración. En medio de la presión por las calificadoras de riesgo y por el monto de la deuda externa que se ha duplicado en este mandato, el congreso aprobará la reforma tributaria, así como aprobó el “nuevo acuerdo” y le dará gusto al orgulloso Nobel de Paz, en detrimento de la democracia y la calidad de vida de todos los colombianos.
Retornará entonces el rey a su trono con la corona sobre su cabeza y sobre sus hombros el peso de un país descuadernado. Un país al cual ya no lo ilusionan los falsos oropeles porque es consciente del deterioro de las instituciones democráticas que cuidó durante siglos. Un país que no sabe lo que significa la paz en el lenguaje marxista que es la nueva jerga de quienes se aprestan a tomar posesión de él. Un país que será cada día más pobre en beneficio de un gobierno codicioso y calculador.
Las Farc habrán logrado lo que no pudieron alcanzar por la vía armada: curules gratis en el congreso, tierras, rentas, cobertura de salud y pensión, medios exclusivos a su servicio para expandir su doctrina y convencer incautos, un tribunal que les permitirá castigar a sus opositores y saciar venganzas latentes; cuentan con el respaldo total del presidente a pesar de que mantienen aún a los secuestrados y a los niños reclutados para la guerra y continúan con sus actividades ilícitas según informe reciente de la DEA. Se les ha creado una infraestructura política y operativa de apoyo, aún habiendo dicho en todos los tonos que su intención es llegar al poder para implantar el socialismo. Tonos que parecen imperceptibles para una gran parte de la ciudadanía que en pos de la paz prometida, caminan en la misma dirección de sus expectativas.                  Ahora nos quieren convencer de que el Nobel es "para el país, para las víctimas". Pero las víctimas visibles son Alan Jara y Piedad Córdoba, sumados a la fiesta noruega que huele a petróleo, a vanidad y al conejo más doloroso en la historia de Colombia.        Las verdaderas víctimas estamos aún a la espera de un milagro.

domingo, 22 de enero de 2017

Ensayo: Recuento de mi vida

Sent: Sunday, January 22, 2017 4:57 PM
To: SILVIA ARTOLA
Subject: Re: Comienza la historia


Es un maravilloso relato al que le mordiste varios trozos. El libro que te dicen que escribas es impostergable. Eres una gran escritora y haces mal en no aceptarlo así.

Si me autorizas, quisiera publicar este relato en el website de periodismo sin fronteras y así tanteamos opinión.

Es muy buen escrito. Retiro mi idea de ayudarte, en realidad no la necesitas.  Vamos, emprende la aventura, no te vas a arrepentir.


Ahh otra cosa: ser buen escritor es eso: escribir lo que uno quiere escribir, no lo que otros ordenen. Esos son los escribidores.


Abrazos 


Enviado desde mi iPhone


El ene. 22, 2017, a las 4:46 PM, SILVIA ARTOLA <silvia2a@hotmail.com> escribió:


No soy tremenda escritora, soy buena para resumir lo que mi mente expresa. Pero si me pones a escribir sobre algo que no me llega al corazón, soy un desastre. Tu me complementarás.


Retomo desde los antioqueños en Miami (separado con una raya), pero con un par de correcciones en lo de ayer.


Mi historia empieza un 14 de marzo de 1952, fecha que siempre relacionaron con el golpe de estado de Batista y la muerte de mi abuelo paterno. Dos desafortunados sucesos muy recientes al momento de mi nacimiento, que seguramente tenían un poco alterado el ambiente hogareño.

Fui la primera nieta por parte de padre y de madre; suficiente explicación para entender la malacrianza y la complacencia de la que disfruté los primeros años de mi vida. Berta, mi tía solterona, era mi refugio cuando sentía que no eran suficientes los mimos de mis papás y mis abuelos. En su apartamento me cuidaba mi patico y mi pollito que mis padres no me permitían tener en casa.  Mi abuelo materno era un compendio inagotable de sabiduría, historia, anécdotas y enseñanzas. Recuerdo esos ratos compartidos con él como espacios de paz, de curiosidad por saber  y conocer más y más. Mi madrina y prima de mi mamá, era quien aceptaba todas mis propuestas; así fuera ir al zoológico, a la playa o a la casa de mis primas, enseñarme a bordar como ella lo hacía o peinar mi pelo largo sin que me doliera, estaba siempre lista para complacer mis caprichos. Mi abuela estaba al servicio del bienestar y la salud de sus dos nietos. Nos llevaba un par de veces a la semana antes del colegio, a la playa del club a darnos un baño de mar y luego comer croquetas para llegar a clase con salud asegurada, una bolsita de alcanfor cosida en el uniforme para evitar contagios y mil recomendaciones de seguridad.

Tenía una amiga preferida que se llamaba Judy y nunca más volví a saber de ella luego de abandonar el país. No recuerdo su apellido pero compartimos muchos juegos y una que otra pilatuna. Otra compañera de juegos era mi prima María Antonieta, hija única y con vida de princesa a quien me encantaba visitar pero me horrorizaba que siempre querían hacerme la manicure y yo pensaba que me iba a doler demasiado. A María Antonieta la peinaba la servidumbre porque arreglarse sola su hermoso pelo largo, suponía un esfuerzo fuera de sus pretensiones. Muchos años después, nos reunimos en una peluquería de Miami donde ella ayudaba a lavar la cabeza de las clientas; ya no tenía su pelo largo ni hermoso y no sabía manejar bien los cambios que el destino trajo a su vida de princesa. La perdí de vista poco antes de morir en un accidente, sin haber aceptado su realidad y culpando a sus padres de su “desgracia”.  Las dos hijas de mi tía paterna, Mercy, eran también compañeras favoritas de los juegos de mi hermano y yo. Él se burlaba de la poca paciencia de Lourdes, la menor y la ponía a prueba con frecuencia. Eran muy divertidos los encuentros que se repitieron en el exilio durante nuestra época en Miami. Ya para entonces, teníamos que ocuparnos de cuidar a los hermanos menores de ellas, limpiar y recoger el desorden que hacíamos y otros menesteres que en Cuba, no conocíamos.

Mi papá tenía una finca en San Germán, provincia de Oriente, donde pasábamos temporadas. Nos encantaban los animalitos, montar a caballo y el encuentro con la abuela paterna que nos visitaba a menudo por allá. En La Habana, tenía un pequeño supermercado como negocio familiar. Este fue considerado suficiente para asegurarnos la supervivencia cuando Fidel empezó a inmiscuirse en la vida y las finanzas de sus gobernados. La finca la convirtieron en parcelas para los campesinos y 50 años más tarde que la visitamos, hacía parte del paisaje de monte sin trabajar que abundaba en la región y cuya única excepción era la finca de Ángel Castro, el padre de Fidel, muy cercana a la que fue de mi familia.

Un día cualquiera comenzaron las discusiones familiares en torno a la inminente salida del país que planeaba mi papá. A raíz del decomiso de la finca, él tomó la decisión que ya venía alimentando, de abandonar el país cuyo destino intuía comunista y represivo. Había mucho temor de salir de la casa, se oían muchos cuentos de personas apresadas sin haber delinquido, se aconsejaba no hablar con nadie porque comenzaron a proliferar los llamados “chivatos” que eran los encargados de contar al régimen lo que consideraban contrario a sus propósitos. Si alguien se demoraba en llegar a casa, cundía el pánico.... la gente se sentía vigilada en cada esquina. En el colegio nos contaban de un presidente prodigio que iba a hacer maravillas por todos nosotros. Nos decían que si queríamos algo, debíamos pedirlo a Fidel y no a Dios. Un día, mi profesora hablando de ello, empezó a llorar en frente de todos ocasionando un caos en la clase. Nunca la volvimos a ver después de aquel día. Con todos estos argumentos, mi padre defendía su determinación de irse a USA en contra de mis abuelos maternos y demás familiares. Así fue como un día me vi en medio de una multitud, en la embajada americana, para pedir asilo (lo supe muchos años más tarde) y poder viajar y trabajar en ese país.  Ese proceso duró un día y una noche completa durante los cuales solo podíamos cambiar de una silla a las piernas de papá o mamá. Finalmente nos llamaron a una oficina y de ahí nos llevaron para el aeropuerto directamente, sin poder acercarnos a nada ni a nadie. Con las maletas más bien pequeñas que mi madre había preparado para partir. A través de un vidrio, dijimos adiós a los familiares en medio de llanto y dolor.

En Miami tuvimos asilo familiar ya que mi abuela paterna tenía una casa para pasar temporadas y ya ella y su hija soltera, habían decidido no regresar a Cuba y se quedaron allí. Era una casa de tres habitaciones que debimos abandonar uno o dos meses después cuando se anunció la llegada de mi otra tía con su esposo y tres hijos. Ya mi padre tenía modo de vivir precariamente, parqueando carros en un hotel y atendiendo su tienda de suvenires que a mi madre le correspondió, haciendo sus pinitos en lo que fue su primer y único trabajo de su vida. Nos fuimos a vivir a un efficiency cerca del hotel, en Miami Beach y mi hermano y yo sufrimos el tercer cambio de colegio en nuestra escasa existencia. Se llamaba Central Beach School y no sé si existe todavía. Muy temprano cada mañana, salíamos a desayunar a una cafetería cercana, atendida por un cubano que nos suplicaba no pedir huevos fritos porque le costaba mucho trabajo lavar los platos untados con esa grasa. Se llamaba Rolando y lo recuerdo con nitidez y simpatía. De ahí nos dejaban en el colegio y mis padres se dirigían a empezar sus actividades en el hotel. Casi enseguida mi papá se llevó al cubano de la cafetería a parquear carros con él y por él, mientras el utilizaba unas horas en pasear turistas aprovechando que sabía el idioma y conocía bien la ciudad. Así fue como conoció a los antioqueños que nos ofrecieron venir a este país.

 ______

Muy pronto después de un segundo encuentro, mi papá viajó con ellos a Medellín y allí alquilaron una avioneta en la cual lo llevaron a recorrer el país. Todavía hoy cada vez que aterrizo en Bogotá, recuerdo sus palabras al regreso de la aventura colombiana: "No se imaginan la belleza de esa sabana de Bogotá, la capital. Parece una alfombra verde con diferentes texturas, la tienen que ver! " Entusiasmado nos describía lo que había visto y conocido, mucho más parecido a la tierra latina, musical, con vocación campesina que añoraba y la que también deseaba para diseñar su nueva vida. 

Así fue cómo, sin saber qué pasó en medio de su llegada de Colombia y nuestra partida hacia allí, resultamos de nuevo despidiéndonos de la familia con lágrimas, recomendaciones y buenos augurios incluidos. En Medellín nos hospedamos en un hotel: una habitación para mis padres y una para mi hermano y yo. Esa noche es una de las cosas que recuerdo con horror de mi niñez. Al apagar la luz y salir mi mamá de la habitación, yo quería ver algún asomo de claridad por alguna ventana, por algún resquicio. No lo lograba y mi angustia crecía a la par que me daba cuenta que no tenía manera de comunicarme ni sabía exactamente en qué parte del hotel se encontraban ellos. Pensé que me había quedado ciega y lloré en silencio gran parte de la noche, lo cual fue tan visible a la mañana siguiente, que mis papás sintiéndose culpable de mi llanto sin saber realmente qué lo había ocasionado, lloraron también conmigo y con mi hermano que se contagió de la angustia familiar. Nadie me lo ha dicho nunca pero para mí pienso que ese fue el origen de los varios problemas  visuales que he sufriodo desde mi juventud. Así comenzó la segunda parte de nuestro exilio: en un país exótico y lejano, muy distinto a lo que habíamos vivido. Los amigos anfitriones hicieron cuanto estuvo a su alcance para hacer grata nuestra llegada. Nos llevaron a conocer a Medellín y sus alrededores y yo sentía de nuevo mucho miedo de despeñarnos por laderas de las montañas en esas interminables y estrechas carreteras que nos mostraban con orgullo. Creo que fueron las primeras montañas reales que vi en mi vida.... mis viajes se habían limitado a los Estados Unidos y alguna isla del Caribe y me imaginaba que el mundo entero era similar.

Y llegó el momento de viajar mi madre y nosotros a Barrancabermeja, donde viviríamos a pesar de las invitaciones de Merceditas de Pérez Romero para que nos quedáramos en Medellín y mi padre viajara a visitarnos. Mi mamá le respondió que agradecía mucho su sugerencia pero que si ella había viajado para acompañar a su marido hasta Colombia, estaría con él donde tuviera que vivir. Caso contrario se hubiese quedado en Miami, donde teníamos a casi toda la familia asilada ya.  Mi papá se había adelantado para preparar nuestra llegada, así que tomamos un vuelo cualquier día, llenos de expectativas que no correspondieron ni cercanamente, a lo que encontramos al llegar. En el aeropuerto Yariguíes nos esperaba mi papá en un Jeep Willis donde subieron a mi hermano y las maletas, un poco más voluminosas ya que a nuestra salida de Cuba hace unos años. Mi madre y yo tomamos un taxi, que debía seguir al Willis hasta nuestro nuevo hogar. En algún momento mi mamá pregunta: "Chico, cuándo vamos a llegar al pueblo?" y el taxista asombrado y volteándose en redondo para mirarla, le responde: "Señora ya estamos a una cuadra de la dirección que me indicaron, éste es el pueblo". 

La casa que nos esperaba era bastante buena para lo que se ofrecía en la ciudad; mi papá se había encargado de tenernos las comodidades básicas a las que estábamos acostumbrados, como aire acondicionado y agua caliente, comodidades que resultaban extrañas para la mayoría de nuestros vecinos. La decepción de saber que no había televisor fue una de las varias con las cuales tuvimos que batallar en las siguientes horas. Mi hermano y yo compartiríamos un cuarto, por aquello del aire acondicionado y el gasto que suponía para las finanzas paupérrimas que seguramente manejaríamos en el momento. Peleamos fuertemente por elegir la cama y por el orden que íbamos a dar a nuestras pertenencias. Mi hermano se negaba a tener en el cuarto mi muñeca, casi de su tamaño, que me habían llevado mis tíos al aeropuerto como regalo de despedida. La intervención de papá y mamá y la exigencia de que nos diéramos un beso y un abrazo, terminaron de zanjar las diferencias que nos distanciaron.

Estábamos en vacaciones escolares, de manera que mi hermano y yo vivimos los siguientes días buscando qué hacer y qué pensar, extrañando lo que habíamos perdido y peleando con bastante frecuencia con cualquier pretexto que pudiéramos encontrar.  Así como pudimos contar con maravillosos seres humanos que se esforzaban por nuestro bienestar y acoplamiento, también teníamos que soportar agresiones verbales y físicas a la fachada de la casa, con piedras y gritos de: "Comunistas, váyanse, no los queremos aquí". Creo que gran parte del presupuesto de mi padre se iba en la reposición de los vidrios de las ventanas y gran parte de su esfuerzo en mantenernos convencidos de que un extraordinario futuro nos esperaba en este rincón ardiente y primitivo del planeta.

Demasiado pronto empezaron las clases y fui matriculada en La Inmaculada, colegio católico que exigía el largo de la falda 20 centímetros arriba del pie y la ida a misa los domingos en la iglesia de la comunidad.  Odié los recreos tanto como el uniforme porque me hacían rueda alrededor para pedirme que hablara en inglés y en español y se reían de mis palabras y de mi acento.  Poco a poco fueron apareciendo buenas samaritanas que hicieron los días más fáciles y al cabo de los meses ya me sentía a gusto en el plantel. Y me sentía ya feliz, justo cuando mi papá empezó su pelea con las monjas porque cuando yo no asistía a la misa del domingo, el lunes debía estar una hora al sol con los brazos arriba.  Las dos familias que nos trajeron a Colombia, ofrecieron una participación industrial a mi papá, a cambio de su manejo de la finca de palma africana y ganadería que tenían cerca a Barranca, en un caserío a orillas del río Sogamoso, a donde mi  papá iba de lunes a lunes en un tren que salía a las 5 am de la estación en Barranca y llegaba de vuelta a las 7 de la noche.  El incumplimiento de horarios era normal, así que la mayoría de los días no lo veíamos ni al partir ni al llegar. De manera que el le cuestionaba a la madre superiora que le pareciera más importante asistir a la misa dominical con ella, que poder compartir tiempo familiar, ya que los domingos solíamos viajar y pasar el día todos juntos en la finca. Como ninguno de los dos dio su brazo a torcer, tuve que enfrentar el quinto cambio de colegio, o sea mi sexta adaptación a un sistema escolar.

Pasaron los días, los meses y los años no exentos de problemas, sacrificios, nostalgias y enfermedades tropicales, pero también llenos de nuevos afectos, grandes aprendizajes, crecimiento a todos los niveles y poco a poco iba llegando la normalización de la economía familiar, el acomodo a las nuevas costumbres (la primera vez que llevaron a mi mamá a hacer mercado en la plaza, se devolvió para la casa con una piña solamente y llorando porque se sintió incapaz de comprar allí) y el disfrute de lo que se nos ofrecía como la vida que deberíamos llevar en adelante.  

Cinco años después de nuestra llegada, mi padre viajaba con menos frecuencia a la finca que ya estaba organizada;  había comenzado una sociedad que sería muy exitosa en el ramo de obras civiles para carreteras y pozos petroleros;   disfrutábamos de una economía familiar holgada, viajábamos y teníamos mejores condiciones de vida en general; Barranca era mi ciudad sin duda, estaba muy amañada (hasta la palabra era nueva en mi diccionario)  y tenía un lindo grupo de amigas cercanas, pretendientes y bastantes actividades sociales alegres y animadas.  Pero de nuevo hizo presencia en mi vida el fantasma terco del desacomodo.  De muy mala gana tuve que aceptar el traslado a un internado en Medellín, séptimo colegio y de nuevo en idioma inglés, donde no conocía a nadie ni entendía que se pudiera decir algo como  Eh ave maría, come in pueeees!   
Nuevo pénsum, nuevas amigas, nuevos aprendizajes de convivencia en el colegio, el primer sismo de mi vida, lindos acudientes, algo de bullying y el grado por fin! Bachillerato y High School, novio formal y queridas amigas de cuatro años  de coexistencia, a quienes debía abandonar para comenzar la universidad. Universidad que al segundo semestre desdeñé a cambio de una petición de matrimonio que acepté sin vacilar, llenando de tristeza y preocupación a mis papás, quienes menos lo merecían.

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De ahí en adelante no creo que tenga mucho valor una vida normal, con las mismas nostalgias por querer tener vínculos familiares cercanos, por salir adelante un par de jóvenes irresponsables, terminar sus estudios, levantar cuatro hijos que fueron llegando, soportar la muerte prematura de una hija, de la madre y del hermano, el secuestro de mi esposo, la ruina de la familia que había logrado un importante capital y propiedades y finalmente la muerte de mi papá.



Se acaba una novela que muchos consideran que ha sido mi vida; escribir un libro me ha sido propuesto amigable y generosamente por los amigos sin que yo encuentre ni la manera, ni la capacidad ni siquiera el atractivo de tantos sufrimientos, sacrificios y cambios vividos. No niego que me parece atractivo, liberador, catártico. Pero seremos capaces?  

Bueno ahí te dejo gran parte de mi experiencia. Al ir revisando me atropellan más y más recuerdos, más y más anécdotas, creo que sería inagotable la fuente.

Disculpa si te decepciono, si te hago perder el tiempo pero..... recuerda que me lo has pedido tú!

Dios te cuide. Te mando un abrazo.