Hace mucho rato perdimos la capacidad de asombro. Comentamos, protestamos, rezongamos, gruñimos y nos sentimos en paz. Mientras tanto la estrategia avanza… la izquierda y su poderosa maquinaria internacional no se da tregua; están muy cerca del objetivo por el cual vienen trabajando desde muchos años atrás. Tienen garantizados los fallos del poder judicial, la pasividad o permisividad del ejecutivo, la repercusión de los medios, gran parte del legislativo a su favor y la capacidad de olvido del colombiano. Este escenario es el ideal para cualquier tipo de acción en contra del sistema económico y social establecido y toma años, apoyo internacional y mucho dinero en conseguirse. Por esto es que peco de pesimismo: quien ya está muy cerca de la meta y con todos los factores a su favor, porqué renunciaría al objetivo?
Poco a poco han progresado en la disolución de la familia, entidad clave como núcleo primario de una sociedad, como formadora de valores y generadora de bienestar social y económico. Las libertades individuales en entornos complejos y degradados son un aval para las adicciones, la violencia, el feminismo extremo y todo lo que ellas generan. Esto es lo que estamos permitiendo heredar a las nuevas generaciones con la adopción de niños por parejas homosexuales, con la permisividad para el consumo público de sustancias psicoactivas, con la utilización de la educación para la orientación política y sexual y con la defensa del libre desarrollo de la personalidad.
Todo eso nos lo han servido a la mesa, hemos conocido su preparación y nos hemos sentado a manteles para convivir con los efectos de tan dañinos y peligrosos manjares cocinados en Cuba, financiados por Soros y preparados por los cuatro poderes del estado bajo el liderazgo de un sátrapa mitómano y traidor.
Somos corderos camino al matadero con la resignación de la impotencia. Carecemos de liderazgos que convoquen y aglutinen al país cansado, al país atropellado, al país que pueda confiar en la victoria de la democracia. Elegimos mal y soportamos el resultado como si fuera inviolable, irreductible e inmortal. A eso se le llama resignación y tolerancia mal concebida. Peor aún, hay quienes vuelven a caer en el mismo error y siguen votando por las mismas personas sin ideas, sin propuestas pero con aspiraciones de poder y lo que ello conlleva en la corrupción que vivimos a todo nivel.
Poco a poco han progresado en la disolución de la familia, entidad clave como núcleo primario de una sociedad, como formadora de valores y generadora de bienestar social y económico. Las libertades individuales en entornos complejos y degradados son un aval para las adicciones, la violencia, el feminismo extremo y todo lo que ellas generan. Esto es lo que estamos permitiendo heredar a las nuevas generaciones con la adopción de niños por parejas homosexuales, con la permisividad para el consumo público de sustancias psicoactivas, con la utilización de la educación para la orientación política y sexual y con la defensa del libre desarrollo de la personalidad.
Todo eso nos lo han servido a la mesa, hemos conocido su preparación y nos hemos sentado a manteles para convivir con los efectos de tan dañinos y peligrosos manjares cocinados en Cuba, financiados por Soros y preparados por los cuatro poderes del estado bajo el liderazgo de un sátrapa mitómano y traidor.
Somos corderos camino al matadero con la resignación de la impotencia. Carecemos de liderazgos que convoquen y aglutinen al país cansado, al país atropellado, al país que pueda confiar en la victoria de la democracia. Elegimos mal y soportamos el resultado como si fuera inviolable, irreductible e inmortal. A eso se le llama resignación y tolerancia mal concebida. Peor aún, hay quienes vuelven a caer en el mismo error y siguen votando por las mismas personas sin ideas, sin propuestas pero con aspiraciones de poder y lo que ello conlleva en la corrupción que vivimos a todo nivel.
Pareciera que merecemos lo que vamos a vivir.
