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viernes, 31 de julio de 2020

Las verdades de las mentiras de la paz

No he podido precisar el sentimiento que me produjo la noticia: Un criminal, extorsionador, pedófilo, secuestrador y ordenador de masacres sale de su madriguera, se pasea por el país, no es juzgado ni absuelto por ningún estamento judicial (ni el mandado a hacer por ellos y para ellos) y de inmediato es candidato presidencial con el visto bueno de la presidencia de la república y la indiferencia de un país autista. ¡Debemos ser el hazmerreír del mundo!  o, por el contrario, ¿nos considerarán dignos de lástima?


No entenderé que para lograr insertar a los delincuentes en la sociedad, ésta deba agacharse hasta el punto de perder el poco honor y la escasa dignidad que le pueda quedar. Y menos entenderé que por una paz que no se ha visto ni se verá mientras estemos rebosados de coca, tengamos que dar tanto a cambio de tan poco; las muestras de cinismo (¿cuáles delitos?)  las exigencias (que no hay que repetir, la mayoría están en los acuerdos) el engaño (¿los niños?  ¿Los secuestrados?  ¿Las rutas del narcotráfico?),  la burla descarada (traperos como patrimonio) que han mostrado al país, no le hacen honor a todo el esfuerzo que hemos hecho los colombianos para financiar sus excesos y permitir que tiendan a sus pies la democracia para que la pisoteen y la ensucien si no con sus botas, sí con sus conciencias que tienen al nivel del piso.


No pueden pretender las Farc y el gobierno que el ruido de los fusiles, el llanto de viudas y huérfanos, el terror con el cual convivimos por muchos años y el dolor de tantos colombianos, se puedan perdonar y olvidar mientras seamos testigos de la  insolencia, los engaños  y la injusticia inmensa con el país que sobrevive con un salario mínimo muy inferior a las prebendas de los desmovilizados. Con el país que pretenden construir con trabajo honesto los empresarios y productores mientras son azotados con toda clase de gravámenes y perseguidos por los perros más hambrientos del estado. Con el país que labran los hacendados y campesinos para proveer las despensas y contribuir con la balanza comercial de la patria.


Una a una se han ido develando las verdades de las "mentiras del No". Verdades que estaban claras para quienes sentíamos el olor podrido de las intenciones de un presidente traidor y corrupto, al servicio de las dictaduras continentales. Verdades que intentan tapar con la falacia de la paz, pero cada día la evidencia no permite que las cubran por completo.


Aún si este proceso hubiese sido justo, no alcanzaría a estar preparado el país para que el máximo líder de una organización narcotraficante y criminal, tenga el camino expedito para llegar a la presidencia de la república, menos de un año después de haber firmado con falsa rúbrica, un documento de paz ilegítimo y rechazado por los colombianos.

26 de julio

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Hoy 26 de julio, se celebra en Cuba el día del asalto al cuartel Moncada (1953) que, aunque no fue exitoso, condujo a la conformación del grupo revolucionario 26 de julio liderado por Fidel Castro. Luego del fallido asalto, Fidel y Raúl fueron capturados y sentenciados a 15 años de prisión; pero Batista les amnistió poco tiempo después y Fidel continuó organizando su proyecto de derrocar al dictador. Sus ideas tuvieron eco en jóvenes de diferentes filiaciones políticas los cuales se fueron uniendo a las células citadinas encargadas de sabotaje y reclutamiento mientras Fidel y su grupo combatían desde la Sierra Maestra. Pronto otros movimientos anti-batistianos se unieron al M-26-7 y lucharon hasta derrotar, el 1 de enero de 1959, a las fuerzas militares de Fulgencio Batista, el dictador que gobernaba la isla entonces.
Fidel Castro entró finalmente a La Habana en enero de 1959 rumbo al palacio de gobierno, mientras Batista se exiliaba a España donde viviría hasta su muerte. Esa entrada del ejército revolucionario triunfante fue aclamada por millones de cubanos que veían en su joven líder un luchador a favor de las clases menos favorecidas, que resistiría la influencia que ejercía "el imperialismo" en la isla y establecería una verdadera democracia. ​Lo que no sabíamos entonces los cubanos, era que los comunistas se disfrazan de Robin Hood mientras consiguen su objetivo: la toma del poder. 
Para la diáspora, esta fecha significa el recuerdo de un evento funesto que no merecimos; significa el dolor de tantas familias separadas, sus bienes, producto de años de trabajo, confiscados. Esta fecha es el símbolo de la desgracia de un pueblo que padeció hambre, miseria, represión y miedo, que el régimen universaliza para ejercer un control absoluto. Simboliza el dolor desgarrador de miles de familias que enviaron a sus hijos a Estados Unidos en busca de un futuro y con la promesa de reunirse poco tiempo después y no volvieron a verlos jamás. Representa el 26 de julio la injusticia de miles de familias que buscaban libertad huyendo de tan nefasto sistema y terminaron ahogadas en algún lugar de las 90 millas que separan a Cuba del estado de la Florida. Esta fecha que celebran unos, para otros encarna la realidad de un país hermoso y próspero totalmente destruido y el destrozo de tantos sueños, tantos ideales tantas esperanzas. Significan 61 años que querer volver a la patria y afrontar la muerte sin haberlo conseguido. Nos recuerda también esta fecha el flagelo del arrepentimiento de tantos cubanos que creímos en falsas promesas y palabras bonitas porque representaban nuestras ilusiones. Promesas y palabras que vimos repetirse en Venezuela y que copian ahora los aspirantes de izquierda a ejercer el poder en Colombia. Y estamos hoy día viviendo, como un deja-vu, el entusiasmo que despiertan esas ofertas en jóvenes e incautos ciudadanos. Si ellos pudieran sentir por un ratico el dolor que albergan los corazones de los cubanos y que se cargan para siempre como un castigo inmerecido, otro sería su análisis de las palabras esperanzadoras,  lo pensarían dos veces antes de poner en riesgo la libertad de que gozamos los colombianos y entenderían que es precisamente esa libertad, el bien más preciado de una sociedad. Todo lo demás tiene solución y esa solución depende de nosotros mismos.