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miércoles, 20 de marzo de 2024

Mi cumpleaños 2024

 Hace unos días celebré mi cumpleaños con muchos mensajes cariñosos y lindos deseos de ustedes, que me llenaron de gratitud y felicidad. No sé por qué no aparecieron en el muro, haciendo más dispendiosa la tarea de revisarlos como mensajes de texto, pero me di un banquete de afectos que valoro enormemente.

Cumplir años a estas alturas del viaje de la vida es una cuestión de gratitud, reflexión y planeación. Las grandes celebraciones son placenteras, pero no indispensables ni necesarias siquiera. En ese orden de ideas, mi gratitud es primero a Dios, como testimonio de su acompañamiento maravilloso en las cumbres y los llanos, en los baches y los abismos de mi camino. Por su sabiduría en su guía y su paciencia en mis dudas; sé perfectamente que mis derrumbes han sido consecuencia de malas decisiones, de no escuchar o entender su llamado a enderezar el rumbo, y sé que mis éxitos y momentos de felicidad son el fruto de su mano en la mía dirigiendo mis decisiones sabia y amorosamente. Tuve que vivir mucho para entender esta verdad que ya no me deja sombras de duda.
Mi agradecimiento inmenso también se debe a mi familia. Es mi fortaleza, mi motivo para desear más días de cumpleaños, mi ánimo para persistir, la recompensa a mis desvelos, mi orgullo, mi luz para tomar decisiones a futuro, mi razón para emprender, para resistir, para aprender de nuevo. El regalo extraordinario de una nueva juventud que me permitió volver a montar bicicleta, patear un balón, tirar a la canasta, jugar escondidos, armar piñatas y soñar… lo pude vivir gracias a mis nietos. No tengo las palabras suficientes para expresar todo lo que significa mi familia, tan pequeñita como valiosa.
Mi vida de exiliada me alejó siempre de mis familiares más cercanos y amigos más queridos, mi motivo tal vez para dar un valor extraordinario a la familia. Fueron dos veces que abandoné los apegos en una lección que perdura: al salir de Cuba hacia Miami y luego de Miami hacia Colombia, donde también abandoné 5 veces las ciudades que me acogieron y ofrecieron un hogar con solidaridad y afecto. Una historia peregrina, fue la que me tocó vivir; pero el aprendizaje y la experiencia que sucesivas migraciones permiten, no tienen precio. Se aprende con dolor, pero creo que esa es la forma que tiene la vida para enseñar las lecciones más duras y que mayor crecimiento espiritual aportan. Mi agradecimiento también a todas las personas que me han querido, que me han enseñado, que me han colaborado laboral y socialmente; a todas aquellas que aparecieron en el momento oportuno, a quienes me han hecho sentir que son enviadas de Dios para arropar mi alma en momentos de dolor y pena y a las que han compartido con alegría mis alegrías.
Reflexiones, ¡muchas! Se repasa lo vivido, se evalúa el peso de la carga y su importancia, se valora mejor la oportunidad, la amistad leal y duradera, el apoyo recibido, el hombro incondicional; cambian las prioridades, se entiende mejor el significado de tu vida y su misión. Se comprende y se acepta el sentido de lo perdido y lo ganado; nada es casual, nada es gratis como tampoco nada es eterno. ¿He aprendido y servido lo suficiente? ¿He construido alguna huella perdurable? ¿Ha valido la pena para mis semejantes mi paso por el mundo?. ¿Cómo quisiera ser recordada? me pregunto y creo que no me alcanzará el resto de la vida para hacer de mi aquella persona que quisiera dejar en el recuerdo.
Me quedan todavía deseos por cumplir, sueños por realizar y tareas por resolver. Amo viajar y el mundo es más extenso que mis posibilidades, pero he conocido maravillas de la creación y de la inteligencia y pericia humanas. Culturas de las que he aprendido y me han deslumbrado. Paisajes y colores que no puedo describir, personas desconocidas que han dejado huellas. Cada día es más difícil compartir esos recorridos con hijos y nietos, todos juntos como me gusta, pero los recuerdos de las veces que lo hemos hecho los atesoro en mi corazón por siempre.
Siento que fui inferior a muchos retos; algunos que tal vez no me pertenecían y mi espíritu rebelde de exiliada me impuso. Durante muchos años vi venir lo que está viviendo el país hoy día y me sentía comprometida a compartir mis experiencias, tal vez para evitar volver a vivir la escuela de la migración o la desesperanza, tal vez creyendo inmodestamente que podía yo sembrar algunas semillas de precaución y previsión sobre lo que le espera a un país que se somete a la ilusión de la igualdad y de una vida mejor. Fracasé y me duelen profundamente mi inoperancia, mi falta de liderazgo y valentía para generar opinión y escarmiento.
El dolor del sufrimiento de mis compatriotas cubanos me golpea el corazón en un sentimiento de tristeza, solidaridad, angustia y desconsuelo, a la vez que agradezco a Dios y a mis padres por haberlo evitado para mi.
Consciente de que los valores éticos y morales son los pilares de una sociedad decente, humana y solidaria, me angustia mucho el escenario que le estamos heredando a nuestra descendencia. La destrucción de toda forma íntegra de conducta tal como la hemos conocido quienes vamos de salida, presagia formas tan agresivas de convivencia a futuro que no sabría cómo preparar a la niñez y juventud para afrontarlas con éxito. Me duele y me preocupa, pero no tengo herramientas más que algunos consejos para evitar que sucedan.
Tanto que pensar, tanto que compartir y tanto que decir en los años de arrugas y canas que revelan el tiempo vivido, sus alegrías y sus tristezas tanto mejor que si las intento expresar con palabras, me apuran a terminar estas cavilaciones agradeciendo de nuevo su compañía y manifestaciones en mi cumpleaños y confiando en celebrar nuevas fechas de todos y cada uno de ustedes

1 comentario:

Fanny Carrizosa dijo...

Que gran reflexión Silvia y me siento totalmente identificada con las experiencias vividas y también agradecida por las riqueza y la madurez adquiridas en nuestra situación similar al iniciar una nueva vida en otro pais pero de la mano de Dios todo se convierte en luz y prosperidad Gracias